Bueno, después de las castañas asadas y los panellets (tradicional dulce catalán que no puede faltar en estas fechas) parece que casi la mitad de nuestros conciudadanos tuvieron indigestión o bien no creyeron suficientemente importante acudir a las urnas. Fijaros que más allá de los resultados concretos de cada formación es para mí más importante la caída en la participación, casi la menor desde las elecciones de 1980. Ciertamente los datos han mostrado tanto un cansancio (e incluso hastío) de los electores como la incapacidad (preocupante a estas alturas) por movilizar a un colectivo cada vez más significativo de catalanes a los que las elecciones autonómicas no les importan para nada, puesto que entienden que lo que allí se dirime no les va a afectar en sus vidas cotidianas. Estaremos así de acuerdo que una parte de la estrategia del PSC con José Montilla a la cabeza se ha visto estrepitosamente destrozada porque no sólo no han conseguido que los votantes del cinturón metropolitano acudieran a las urnas sinó que además han perdido más de un cuarto de millón de votos, siendo así que han perdido en la circunscripción de Barcelona (lo que no hacían desde hace dos elecciones, ni no me falla la memoria).
De cualquier forma el problema es grave y no parece que nadie esté por la labor de solucionarlo... ¿quien le pondrá el cascabel al gato?
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