4 de juliol del 2006

¿Es posible y deseable un gobierno de coalición en México?

Siguiendo con el tema de la elección presidencial mexicana, hay algunos malentendidos que deberían despejarse o, como mínimo, centrar en el debate. En diversas oportunidades aquí en México me pronuncié favorable a la configuración de un gobierno de coalición tras el proceso electoral, fuese cual fuese el resultado de la elección. A nivel discursivo esta propuesta fue muy bien acogida, incluso podríamos decir que tuvo alguna influencia (modestamente) en alguna plataforma electoral.
Ahora bien, una vez el contexto de la campaña si iba cerrando y todo parecía indicar que la victoria estaría muy ajustada, empezaron a surgir voces que pretendieron diferenciar entre "gobierno de coalición" y "gobierno de unidad nacional", dando a entender que el primero era imposible porque no se contemplaba en la legislación mexicana.
Pues vayamos sobre este punto. En primer lugar debo manifestar que el concepto de unidad nacional no lo considero atinado para el caso mexicano, puesto que su utilización responde a situaciones extraordinarias, de crisis político-económica (como en el caso alemán) o bien como respuesta a una amenaza sistémica, lo cual es evidente que no sucede en México. Buena parte de los argumentos en contra del gobierno de coalición se basan en su simple traslación desde los sistemas parlamentarios, y he ahí el error.
Cuando planteábamos la formación de un gobierno de coalición hacíamos hincapié en la importancia de la componente inclusiva del mismo, al dar entrada a miembros de los partidos perdedores (PRD y PRI, básicamente) en el ejecutivo panista (en nuestro análisis dábamos por segura la victoria de FCH). Esta incorporación debería producirse en forma de la nominación de miembros de estos partidos (y también a Patrícia Mercado) al frente de algunas secretarías, por ejemplo Medio Ambiente (para PM).
Dicha incorporación, totalmente discreccional por parte del Presidente en la composición de su gabinete, habría de verse estrechamente vinculada a un pacto parlamentario (una coalición parlamentaria, para ser correctos en los conceptos) que permitiera que México pudiera afrontar de una vez por todas las principales reformas estructurales pendientes, así como superar la reedición del gobierno dividido que los datos confirman hoy.
Es innegable que FCH necesitará contar con un apoyo parlamentario que el PAN por sí solo no podrá prestarle por lo que el acuerdo legislativo debería ir más allá de la simple declaración de buenas intenciones para, de una vez, implicar al resto de actores en la corresponsabilización de la acción de gobierno.
Más adelante seguiremos con más detalles, ¿os parece bien?